Many Washingtonians danced to mambo rhythms driven by the bongo drum in the 1950s and 1960s. The double drum emerged about fifty years earlier in eastern Cuba with roots in African drumming traditions. Bongo players, or bongoseros, typically sit and hold the yoked pair of small drums between their legs, rapping rhythms with fingers and palms. Strips of wood form the shells of these drums, accented by carved grooves. The hembra, or female, drum is slightly larger than the macho, or male, drum. Metal tacks secure the drums’ heads onto brown metal bands that also ring their open-ended bases. This bongo drum belonged to Roland Kavé (1931-2017), who first brought mambo from New York to Washington, DC in the 1950s. The lifelong Washingtonian led several Latin jazz bands, most notably Los Diablos, and taught hundreds of people to mambo on U Street Corridor dance floors, including the Casbah and the Tropical Room in the Dunbar Hotel.
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Muchos washingtonianos bailaron mambo al son de este tambor bongó en las décadas de 1950 y 1960. El tambor doble surgió unos cincuenta años antes en el este de Cuba, con raíces en las tradiciones de percusión africanas. Los bongoseros se sientan y sostienen el par de pequeños tambores entre las piernas, marcando ritmos con los dedos y las palmas de las manos. Los cuerpos de este bongó están formados por tiras de madera, con surcos tallados. El tambor hembra es ligeramente más grande que el tambor macho. Unas tachuelas metálicas sujetan los parches de los tambores a una bandas de plástico marrón, que rodean sus cuerpos huecos. Este tambor perteneció a Roland Kavé (1931-2017), quien trajo por primera vez el mambo de Nueva York a Washington, D.C., en la década de 1950. Este washingtoniano de toda la vida dirigió varias bandas de jazz latino, la más notable de ellas Los Diablos, y enseñó a bailar mambo a cientos de personas en las pistas de baile del corredor de la calle U, incluidas Casbah y Tropical Room en el hotel Dunbar.
Cite As:
Anacostia Community Museum, Smithsonian Institution, gift of Roland Kavé